La cruenta invasión de Ucrania por parte de Rusia ha llevado a los países occidentales a imponer sanciones a Moscú y ha generado una desbandada de empresas, que han anunciado el fin de su operativa en suelo ruso en respuesta al ataque o la interrupción de sus exportaciones.
Inditex, Tendam, H&M, Mango, Tous, Chanel, Hermés, Prada, Louis Vuitton, Ikea, la petrolera BP, Shell, Visa, Mastercard, Google, Microsoft, Ericsson, Nokia, Nike, Adidas, General Motors, Audi, Porsche, Harley-Davidson, Volskwagen, Renault… son algunas de las firmas que han anunciado suspensión de envíos a Rusia o han cesado su actividad en el país. En el sector aeronáutico, Boeing y Airbus han dejado de proveer componentes a las aeronaves rusas y también han interrumpido los pedidos pendientes.
Sin embargo, hay multinacionales que están en el punto de mira porque todavía no han tomado ninguna medida o porque ya han anunciado que siguen operando en Rusia con normalidad. Es el caso de McDonald’s, Burger King, Coca-Cola, PepsiCo, el grupo Mondelez (que produce entre otros muchos dulces las galletas Oreo), Starbucks, el grupo Yum Brands (propietario entre otros de KFZ, TacoBell y Pizza Hut), Papa John’s, o el grupo AmRest (propietario de las hamburgueserías Blue Frog).
También siguen operativos los centros de la firma suiza Nestle, los de Danone, la farmacéutica Bayer, los supermercados Metro, así como la compañía de belleza Estée Lauder o la cadena hotelera Hilton Hotels.
En muchos casos, la presencia de estas firmas se explica por su propio modelo de negocio y expansión internacional. Es el caso de las cadenas de comida rápida, ya que muchas de las presentes en Rusia lo son con redes de franquicias. Normalmente, el contrato entre la marca y el franquiciado estipula que este último es el responsable de decidir si mantiene abierto su negocio o lo cierra, de ahí que las marcas no puedan determinar si siguen operando o no en el país ante la guerra. Los franquiciados, por su parte, necesitarán mantener abierto su negocio para seguir a flote, tanto si apoyan como si reprueban la actitud de Vladimir Putin.
Distinta es la situación para compañías como Coca-Cola, que tiene plena potestad de decidir qué hace con sus plantas y ya anunció hace unos días que «todas sus instalaciones operativas, de producción y logística en Rusia continuarían operando». «Somos plenamente responsables con nuestros socios, con la sociedad y con los miles de empleados que tenemos en Rusia. Nuestra prioridad incondicional es el bienestar de nuestros trabajadores«, señalaron, en alusión a su compromiso con los trabajadores del país.
Esta empresa ha sido ya objeto de las críticas, con hashtags que se han hecho virales en Twitter como #boicotCocacola, creado para pedir que se dejen de comprar sus productos en Occidente ante la falta de represalias.
OPORTUNIDAD PARA CHINA
La salida masiva de compañías o la interrupción en la prestación de servicios dejará escaso margen de maniobra al consumidor ruso, que tendrá que recurrir a los productos nacionales, a las franquicias internacionales que sigan abiertas y a las empresas chinas, que podrían aprovechar la cuota de mercado que dejarán libre las que se vayan.
Para estas últimas, pese a que el mercado ruso es muy pequeño en comparación con el propio mercado chino, será beneficioso actuar sin competencia, aunque tendrán que valorar cómo les afectan las sanciones impuestas por parte de terceros.Más en El MundoGuerra Ucrania – Rusia, noticias de última hora en directo | Combates callejeros «cuerpo a cuerpo» en Irpin, a unos 25 kilómetros de KievDesvelado el misterio tras la siniestra «Z» dibujada en los tanques rusos en Ucrania
Fabricantes de teléfonos móviles como Xiaomi; de automóviles, como BYD; o de tarjetas bancarias, como Union Pay, podrían aprovechar para incrementar sus ventas en Rusia, aunque deberán estudiar si sufren desabastecimiento de algún componente ya que sus cadenas de suministros están globalizadas o si pueden exponerse a sanciones por seguir operando allí.
«Las empresas chinas tienen mucho más que perder que ganar al violar las sanciones. Para la mayoría de las empresas chinas, Rusia es un mercado demasiado pequeño para que valga la pena correr el riesgo de quedar aislada de los mercados desarrollados o ser sancionada», admitían esta semana analistas de la consultora de Shanghái Gavekal Dragonomics en declaraciones recogidas por el diario The Wall Street Journal.
