A lo largo de su carrera Claudio Bravo se ha acostumbrado a batir récords en el arco de la selección chilena. Sin embargo, el que logró ayer ante Uruguay tiene un gusto especial. Por el resultado, pero más por la forma: demuestra su calidad en el puesto.
El penal que Bravo le atajó a Luis Suárez, su amigo desde la etapa Barcelona, lo consagró como el portero con más penas máximas atajadas en la historia de la selección. Tres en total en 110 partidos disputados, que dejan atrás los dos de Mario Osben en la década de los ochenta.
Pese a que no son muchos, el registro de Bravo -13 penales atajados en toda su carrera- toma valor al conocer a los rivales que le tocó enfrentar. Su primer penal fue a Ronaldinho en 2008 en la derrota de Chile por 3-0 ante Brasil rumbo a Sudáfrica 2010. Una estirada notable, a media altura pero esquinada, que sacó bien al córner.
La segunda tuvo un gusto amargo. El 2 de septiembre de 2011, Chile empataba 2-2 ante España en los descuentos y frente a la pelota estaba Cesc Fabregas. Aunque el portero adivinó el lado, y sacó el tiro de gran forma, la pelota rebotó en el palo, y el volante lo aprovechó para anotar el gol de la victoria.
El tercero fue el más especial. Minuto 82. Chile derrotaba por 3-1 a Uruguay en el Estadio Nacional, pero aún quedaba tiempo. Bravo, gran figura hasta ese momento, derribó en el área a Gastón Ramírez y el encargado de patear era Luis Suárez. Fue entonces cuando el arquero se agigantó. Se lanzó a su izquierda, y selló una jornada inolvidable en el Estadio Nacional.
